Tras trece años, el consorcio internacional del Human Genome Project descifró por vez primera la secuencia completa del genoma humano en dos mil tres. Un par de años ya antes, el expresidente estadounidense Bill Clinton se refirió a un primer boceto avanzado como “el mapa más esencial y fantástico producido por la humanidad”. Todo el proyecto costó entonces dos mil setecientos millones de dólares americanos. El día de hoy se puede conseguir uno de esos mapas por una cantidad prácticamente diez millones de veces menor.
El desarrollo tecnológico, la caída de los costos y la reducción de los tiempos han impulsado el campo de la genómica, llamado a revolucionar la medicina.
Esta disciplina se centra en el estudio de todos y cada uno de los genes, del ADN completo, de un organismo, o bien, dicho de otra forma, en el manual de instrucciones genético para su construcción y mantenimiento. En el caso de los humanos, leerlo, esto es, secuenciarlo, está dirigido, entre otros muchos aspectos, a buscar mutaciones que con el tiempo pueden derivar en enfermedades, hacer un diagnóstico temprano de otras o bien diseñar tratamientos amoldados al paciente. Escribirlo, o bien editarlo, tiene por objetivo prevenir enfermedades y abrir un nuevo abanico de opciones para tratarlas. Uno de los grandes potenciales que tiene esta tecnología es la de poder efectuar un diagnóstico precoz de cáncer por medio de un análisis de sangre.
En particular, la modificación genómica se está explorando como una parte de la investigación en enfermedades como la anemia falciforme, fibrosis quística y hemofilia. Esto es solo un primer paso. “Si se prueba que esa tecnología se puede utilizar seguramente y eficiente en pacientes, se podría emplear más adelante para tratar enfermedades más habituales, como podrían ser enfermedades degenerantes, autoinmunes, el cáncer, etc.”.
Pese a las buenas esperanzas ligadas al ámbito, hay un aspecto que resulta conveniente no olvidar. Es un campo muy intensivo en capital, con periodos larguísimos de maduración al tener que pasar por diferentes fases de estudios clínicos, aprobaciones, etcétera Lo que agrega un componente de inseguridad y peligro que el inversor debe valorar.
Esta industria joven hace de su potencial disruptivo, de su rol guía en la medicina adaptada y del augurio de altas ventas sus primordiales atractivos económicos.